Va muy bien en tazas, termos, mochilas, pins, tatuajes, libretitas, fondos de pantallas, stickers, estampados, carteras, mates, monedero, barbijos, termos, imanes. Brad Pitt usó su bigote en Bastardos sin gloria. ¿Hoy el desafío Frida Kahlo sería superar el pelo platinado?
Conocida tanto por sus autorretratos como por sus cejas & bigotes, la mayor parte de la obra de Frida muestra un especial interés por ella misma. Madre de la selfie, su autoindagación personal tiene la honestidad, el concepto y el afán desmedido por sentirse admirada. Y lo consiguió: probablemente de semejante representación del ego provenga la actualidad fetichista por la pintora mexicana.
Frida no fue una artista política, y si lo fue lo hizo desde un lado típico, es decir, marginal. Post mortem se transformó en espíritu de una época signada por reivindicaciones, esperanzas, demandas, escraches y cancelaciones.
Estamos en el Malba tratando de ver el cuadro Diego y yo -de FK- en la nueva muestra denominada Tercer ojo. La última adquisición costó 34,5 millones de dólares. ¿O sea? Es la obra de arte latinoamericano más cara de la actualidad.
Diego y yo (1949) es la estrella de una muestra de dos cuadros y la verdad y consecuencia de una espera de 25 minutos, según nos anuncian en la boletería.
Hay un interrogante difícil por esencial, y por ello también sencillo: saber sobre la fridomanía. ¿Qué habrá hecho la artista plástica para transformarse en referente cultural, ético, estético y en mujer símbolo del movimiento feminista?
Era la esposa de (de Diego Rivera, el Picasso de los murales, quien la introdujo en la pintura y en el mundillo comunista). Conocida también por su aventura amorosa con León Trotsky, se sabe que fue víctima de un accidente de transito, que resignificó su estado de salud en obra y que además padeció poliomielitis de niña. Su(frida), un tercio de sus obras fueron espejos del dolor.
Llegar a la muestra es darse cuenta de que Frida Kahlo es una rockstar. Cola un día miércoles. Pensamos en la importancia del bigote andrógino, en ese estilo facial que hizo que un poco de vello fuera demasiado lejos. La longitud exacta para llamar la atención, pero sin caer en la parodia. No es un bigote denso, es poco más que una pelusa sobre el labio superior. Con exceso de testosterona, Frida hubiera podido trabajar en un spaghetti western.
“Unos ojos que sólo se pueden recordar cerrando los propios”, escribió sobre ella John Berger.
La muestra dura exactamente un año más, así que no se apuren. Encima la fila deriva en una exposición tamaño cabina telefónica: dos cuadros y a mirarlos rápido, por favor circulen, gracias, que hay mucha gente afuera esperando...
Aprovechamos la espera para preguntar cosas:
-Perdón, ¿qué explicación le encuentran al bigote de Frida? –encarando a una pareja de turistas brasileños que hablan perfecto portuñol.
-Mmmm... –le entendemos perfecto-, no sé.
-¿Sería un estilo precolombino?
-Era bastante de izquierda –interviene un señor de la fila, vestido como un dandy y con pinta de pertenecer a la Asociación Amigos del Malba-. Fue una estupenda artista plástica, una admirable mujer.
-Nah, era una sometida y una cornuda consciente. Su mayor acto de rebeldía fue dejarse crecer las cejas y el bigote.
Estamos por entrar -¡al fin! -y una mujer con voz de bachata nos hace el gesto de "rápido". Da a entender que los 450 pesos de la entrada de este miércoles sirven para no detenerse en detalles.
El famoso "tercer ojo" de la obra -chiquitita como la Gioconda- es la imagen elefantiásica de Diego Rivera. Tenerlo siempre presente. “Entre ceja y ceja”, apunta con gracia la curadora Laura Isola. Es una obra muy pequeña. Dos minutos y medio alcanza y sobra. Nos quedamos mirando la otra, la del mono. Técnicamente, Autorretrato con chango y loro, que ya estaba en la colección del museo.
Es como si Frida hubiera descubierto el funcionamiento de la naturaleza a través de la mirada de un zoológico. “Hay obras que son formas de investigación y otras que son bocetos para obras maestras”. Comenta alguien que parece un guía. ¿En que instancia habrá estado Frida?
¿Cómo puede ser que una artista tan obsesionada con su propia imagen no llegue nunca a ser narcisista? Se lo preguntaba el propio Berger. Podríamos preguntarnos lo mismo de Van Gogh, otro animal de la selfie.
A menos que el bigote se haya convertido en un símbolo de la belleza de las mujeres, dentro de la diminuta sala dedicada a Frida es lícito resistirse a pensar que el feminismo pueda usar de bandera a una figura por su cuestión capilar, epidérmica, superficial.
Abatidos, le consultamos a Google: ¿Por qué Frida es un ícono feminista?
Frida decidió crear su imagen como si de una obra se tratara, y quiso enfocarla a la lucha hacia la igualdad. Masculinizó su aspecto, permitiendo y aceptando el vello facial y se olvidó de los estereotipos de género, que eran tan seguidos en la época. Frida es un símbolo del feminismo por algo más que por sus cuadros.
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